sábado, 21 de mayo de 2016

Mirar fijamente a la luna

La luna llena
y nosotros vacíos,
cubiertos de sombras.

Durmiendo en las mismas camas.
Adorando a los mismos dioses.
A ninguno.
Amando a otros hombres
como aves de paso.
Viéndonos en otros ojos,
cegándonos de otras cegueras.

La luna está llena doce
veces al año. La luna nueva
lo destruye todo.

Nos inundan ríos por atravesar.
Nos descose una hebra que une.
A nadie.
Nos trocean el cuerpo entero,
como carniceros del hambre.
Mirándonos con otras caras,
tocándonos con otras manos.

La luna llena,
y nosotros mirándola,
dispersos por el mundo.

Ríos por atravesar

Siento el espacio que sobra
en la almohada,
debajo de la sábana,
en la cama entera.

Siento el espacio que sobra
en la bañera,
en la piscina,
en el mar entero.

Siento el espacio que sobra
a tu lado en el sofá,
en el retrato descentrado,
en nuestras caras.

Una hebra que une

tú que deseaste del árbol sus frutos
tú que deseaste del paraíso el pecado

tú que sobrevolaste
el mar sin queroseno
el amerizaje fatal

tú que fuiste revolcado
por las mareas
y las turbulencias

tú que regaste
las flores del mal
las nocturnas aves

ahora vuelvo de volar
vuelvo de volver

vuelvo al deseo insoportable

domingo, 8 de mayo de 2016

No hay dios en tu ermita, las joyas han perdido su presencia

Hago de mi cuerpo refugio
para las bombas nucleares,

pero sé que lo sabes,
puedo detectar metales.

Radiografío nuestros abrazos,
los ocho brazos del pulpo.

Nos besamos en las encías del mar,
en la comisura de la última ola.

Me cubre de cobre la cobra,
la cebra de la amnesia.



sábado, 30 de abril de 2016

Cuando escribo, con frecuencia, aparece la segunda persona, el tercer hombre, la idea de sombra

Te visualizo entre los ojos
como un hueso de aguacate,
aprieto los planetas
que se me plantaron,
frunzo el ceño,
trenzo la leña.

Y ahí estás tú,
recto como un tronco de palmera,
con una vara en la mano
y en la otra desnudo.

Me parpadeo,
me mareo en tu imagen codificada
como un beso secreto en la mejilla
antes de irse por la mañana.

Me cuelgo del árbol que me salió
del entrecejo fruncido de trenzas
y me dejo esperar por el futuro.

Te me presentas cada noche
con los porcentajes de la luna
que me hizo doblar el poblado.

Me cruzo con todas las segundas
personas en los mismos puentes.

Todos tienen la misma sombra
que me colma de colmo la calma
que me cubre de cobre la cobra.

viernes, 15 de abril de 2016

Observo el mapa con la tranquilidad de conocer la ciudad y todos sus callejones

[Poema no lineal: no hay ningún orden entre las cuatro estrofas, puedes leerlas a tu libre voluntad]

Llegados a este punto
una manada de tigres podría
despedazar carne entre
los columpios de mis costillas.

Podría crecer como las estrellas
de mar o la hidra del lago:
con la higiene del bisturí
separando las malas hierbas.

Llegados a este punto
podría profetizar el reino
de la tierra en los cielos
contaminados de queroseno.

Podría cortar los hilos
que cosen la piel al tórax,
la emergencia de la imagen
de la ninfa voladora.