jueves, 31 de marzo de 2016

El mar en calma no trae peces muertos

Acampan a los pies de la cama,
a las faldas de los montes, 
a los vuelos de las bandadas,
a las cabezas del ganado.

Los ángeles volantes de los vestidos,
los árboles germinados de los desnudos,
los hombres que cruzaron los puentes
con animales muertos a las espaldas.

Los que entornan las puertas del tiempo
sin cerrarlas; los que traen una luna
llena y otra vacía; los que no doblan
las campanas ante el ataque del enemigo.

Hubo hombres que desearon
el fuego sin quemarse; gran virtud
la del lejano viajero que nunca
quiere regresar a la misma boca.

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