Con la ayuda de la luz del gran rayo,
con la piel de los grandes animales que no murieron en el deshielo,
con los ojos de los videntes que fueron martirizados,
con el retroceso diario de los calendarios invertidos,
he podido olvidar.
Los días en los que la luna os hacía grandes,
lo que os iluminaba la cara cuando sacabais los dientes,
los animales pequeños que no paraban de emigrar y de crear nuevos poblados,
los ojos que nos mirábamos ocupando espacios,
he podido recordar.
He podido matar a la bestia de los rencores,
con agravios de monedas que brillaron
he podido cegar los ojos de las medusas,
con la espada de todos los sanjorges,
he podido vencer.
La doble sombra de los que murieron en el río,
la cara oculta de los que blasfemaron sobre la palabra,
las lunas que pasaron los lobos solitarios esperando la batalla,
los días y los dioses de noche con las esquinas invertidas,
he podido sentir,
un dolor en el pecho,
un sueño premonitorio
del pasado que vaiviene,
el recuerdo de estar vivo:
he podido regresar.
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