miércoles, 9 de marzo de 2016

Las serpientes aladas: II. Los aviones averiados

Yo mismo cogí la pala 
y empecé a trazar surcos.
Yo mismo diseñé los muros
del laberinto y su minotauro.

La serpiente, muda continua,
deja su piel cadáver en forma
de señales. El hilo de Ariadna.

Ahora la bestia me persigue
y me ronda por las esquinas.
Aunque alcemos el vuelo 
moriremos en alta mar.

La serpiente alada no repta,
sino que duerme enroscada,
muda continua. Kundalini.

Los aviones no funcionan
para parar esta distancia.
Los kilómetros retorcidos
como un laberinto intestinal. 

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